Para la decoración de fachadas, la calidad y la resistencia de los materiales cerámicos es imprescindible, con el fin de lograr un diseño estéticamente agradable y creativo además de duradero.
La cerámica ha sido ampliamente utilizada a lo largo de la historia en el recubrimiento y decoración de fachadas. Sus diferentes tipos agregan innumerables características que se adaptan a todos los requerimientos y necesidades del cliente; sólo basta elegir el tipo de cerámica adecuado, es decir, que sea ligero, con un coeficiente de absorción de agua casi nulo y altamente resistente a los agentes químicos y atmosféricos con el fin de garantizar su durabilidad y seguridad de los residentes.
Este material, a diferencia de muchos otros utilizados para el revestimiento exterior, cuenta con un bajo coste de mantenimiento, una altísima durabilidad y una notable resistencia tanto para el sistema de fachada pegada como para el sistema de fachada ventilada.
Sin embargo, esta durabilidad depende de un riguroso y profesional trabajo, especialmente si se deben instalar piezas de gran formato.
Algunos de los problemas que se pueden presentar y para los cuales el contratista debe estar preparado, es la deformación de los soportes, ya que esto somete a las piezas de cerámica a una tensión. Igualmente, los cambios climáticos y atmosféricos tales como lluvia, hielo o choques térmicos, provocan dilataciones y deformaciones tanto en las baldosas, como en el material de agarre.
Se debe tener en cuenta que entre más grandes sean las baldosas cerámicas hay mayor riesgo de deformaciones y dilataciones debido a que hay menos juntas entre piezas, para lo cual es aconsejable utilizar un mortero con una elevada adherencia y resistente al agua y al hielo, capaz de soportar las deformaciones mecánicas y las dilataciones térmicas, además de absorber las tensiones acumuladas.
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